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miércoles, 13 de enero de 2016

Tiempo

Hoy vengo con este tango que grabó en su día la orquesta de Osvaldo Pugliese con la voz redonda y perfecta de Roberto Chanel. Y lo quiero destacar por varios motivos. En primer término, porque fue el primer tango que compuso Osvaldo Ruggiero, el gran bandoneonista. Y porque lleva versos de uno de los hombres que más jerarquía poética aportó al tango en su día, al margen de los cánones contursianos, que dieron origen a tantas páginas populares posteriores.

No me explico porque este tema no tuvo mayor repercusión, ni fue incluído en repertorios de otros cantantes y orquestas. Generalmente para la milonga, selecciono tangos de Pugliese instrumentales. Raramente escojo uno cantado. Con Tiempo hago una excepción, porque la música permanece siempre atenta a los movimientos de los bailarines y el turco Chanel, con su estilo de vibrato abierto, canta como un tiempista perfecto, haciendo resaltar las virtudes de los versos.

                                         


La delicada espiritualidad de la letra de Tiempo, me parece maravillosa y digna del gran poeta que fue este señor del tango y la literatura. Tiene una suerte de relación con Nada, el tango de Horacio Sanguinetti, pero pinta de manera más sutil la sensación de vacío espiritual que produce el alejamiento del ser querido y el desgarro emocional que provoca  en el protagonista.

¿Dónde están sus ojos? ¿Dónde su sonrisa?
¿Dónde está el camino que la trajo a mí?
¿Y el aroma leve y el sol y la brisa?
Sombras en las sombras tristes del jardín.
Tiempo de alegría... ¿Dónde has terminado?
Tiempo de agonía... ¿Todo se acabó?
Hoy acaso sea necio y trasnochado
que estos versos grises lloren por su amor.

                                        
Francisco García Jiménez, uno de los grandes poetas que tuvo el tango


Es fácil imaginar todo ese dolor, el pesar que desecha los arrebatos y se hunde en el recuerdo. El amor convertido en ceniza, con la pulsión del desamor que no permite entender el final de esa gran pasión y le dibuja fantasmas imaginarios por esa tormentosa relación. García Jiménez lo pinta de una manera distinta a la de tantos tangos con semejante temática, y es lo que me atrae sobremanera. La primavera del romance y el frío invierno del final.

Tiempo eterno de vaivenes, tiempo eterno...
¿Para qué tus primaveras? ¿Para qué?
Siempre el paso del fantasma del invierno
por la casa desolada escucharé...
Todo tiempo será tiempo de congojas,
sin sus ojos, sin su risa, sin su amor...
Toda música, rumor de secas hojas...
Toda voz, el eco turbio de su adiós...

 
Y hasta el final, el tango encuentra una carnadura distinta. El autor termina culpando al tiempo, ques es el que da fuerza o debilidad a los vaivenes del amor. Precioso final, que no escarba en traiciones ni malas jugadas y le da un formidable relieve a esa atmósfera que envuelve al desolado protagonista.

Lejos su sonrisa... lejos ya sus ojos...
Sombras en las sombras del atardecer.
Se cubrió el camino de yuyos y abrojos,
ella y mi esperanza nunca han da volver.
Todo es un recuerdo pálido y lejano.
Todo como el eco turbio de un adiós.
Pobres ilusiones... Pobres sueños vanos...

Tiempo, fue tu mano quién la muerte dio.

 
Osvaldo Ruggiero con Osvaldo Pugliese: dos grandes

   

Lo dicho, me parece una joyita de tango y la música de Ruggiero, la interpretación de la orquesta y la voz tan personal de Chanel la envuelven en un tono emocional justo, donde se afina el sentido, el sonido y el sentido de las palabras. Obra maestra, a mi juicio, que sólo grabaron -que yo sepa-, Pugliese con Chanel, el 31 de julio de 1946, y Osmar Maderna con la voz de Orlando Verri el 20 de marzo de 1947.

 Vamos con la impecable versión de Osvaldo Pugliese- Roberto Chanel.

 

 033- Tiempo- Osvaldo Pugliese-Roberto Chanel

 

 



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