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lunes, 1 de diciembre de 2014

Julio Sosa

Hace menos de una semana, el 26 de noviembre, se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de este cantor uruguayo, al cual el periodista Ricardo Gasparini, de la CBS Columbia le soldó el definitivo y muy ajustado alias artístico de "El varón del tango". Acertado además por su estilo, que tan bien transmitía las letras que interpretaba, y porque supo pelearla y ganar batallas cuando el tango estaba en un bache tremendo, como ocurre en algunas etapas de su historia.

Muchacho de origen humildísimo, fogueado en distintos oficios pasajeros, permanentemente frustrado en sus amoríos que no cristalizaban y casado a los 16 años con una chica mayor que él,  cuyo matrimonio, nacido de la inmadurez y la necesidad de compañía, adelantaba lo que sería su sino en ese sentido. Parecía haber nacido para la soledad, por su eterna impericia sentimental.


Julio en Radio Carve con Leopoldo Federico
                                          
El canto fue la gran salida y Buenos Aires, ciudad a la cual llegó sin resto monetario  ni ropa adecuada, lo recibió cordialmente cuando debuta con la flamante orquesta de Francini-Pontier contratado por este último, que se entusiasmó con él, al escucharlo cantar en un café del barrio de Chacarita, donde actuaba prácticamente por la comida. Y lo vió como el acompañante ideal de Alberto Podestá, para la flamante orquesta que se aprestaba a debutar con grandes expectativas.

Raúl Hormaza, el letrista uruguayo, lo había descubierto en ese Café Los Andes, y fue quien se lo recomendó a los directores de la orquesta que estaba por debutar en la Confitería Picadilly. Y no se equivocaron. Sosa arrancó ganando desde el vamos, con su estilo recio, que contrastaba con el de Podestá. que dicho sea de paso, fue no sólo amigo y compañero, sino que le corregiría y puliría los defectos que traía por falta de preparación y estudios. Sus consejos siempre fueron valorados y agradecidos por Julio.

                                             


Tenía 23 años y sus precariedades arrancaban de la infancia y su ausencia de colegios. Debuta en el disco con la orquesta, haciendo dúo con Podestá en el vals de Enrique Mario Francini y Horacio Sanguinetti: El hijo triste. Sería el punto de partida de su brillante carrera. Tan solo por verte, El ciruja y Pa'que sepan como soy, le sirven para mostrar su garra y la gran transmisión que consigue ante el público.

Fue el cantor que dominó toda una época y para mi gusto, verlo interpretar los temas en persona, impresionaba mucho más, calando en la gente, que a través de los discos, que se vendían por millares. Francisco Rotundo le paga un sueldo increíble que triplica lo que ganaba con Francini-Pontier y se marcha con esta nueva orquesta. Posteriormente, cuando se bifurca la orquesta de Francini-Pontier, él se irá con éste último, su gran amigo e hincha suyo, "con quien pasaría los cinco años más felices de mi vida", diría Julio tiempo después.

                                   


                                     


Al margen quería recordar que -ignoro el motivo- le caía muy bien, y cuando bajaba de actuar con Leopoldo Federico en la Richmond de la calle Esmeralda, donde yo era asiduo, me buscaba, me guiñaba un ojo, y tomándome del hombro me llevaba enfrente, al barcito que estaba junto al Teatro Maipo. Fumaba en boquilla y riéndose me decía: "¿Viste que me estoy alejando del cigarrillo...?" . Ya era solista y su gran arrastre popular se apreciaba en los lugares donde actuaba y en radio y televisión.

Incluso fui a verlo grabar en los estudios de la CBS Columbia. El jefe de prensa de la compañía grabadora, Orlando Rosemberg, era compañero mío en La Razón. Yo le conseguía entradas para ver a su equipo: Independiente. E incluso lo metía en la avioneta del periódico cuando íbamos a Montevideo a cubrir algún partido de los rojos en el Centenario. Y él me obsequiaba los discos de Julio antes que salieran al mercado. Y recuerdo una tarde en  que me invitó a presenciar una grabación, con la orquesta de Federico. Cuando Julio me vió se puso muy contento y me pegó un fuerte abrazo. Fue un momento muy emotivo.

Apoyado en el coche con el cual tendría el accidente fatal

Su triste final, los pormenores de su vida, los fracasos amorosos y su tristeza infinita, están relatados en otras páginas del blog. Y en estos dos videos que paso a continuación, podemos escuchar a compañeros y periodistas y también apreciar la fuerza de transmisión que tenía cuando interpretaba los versos en forma de tango. Contaba apenas 38 años cuando falleció, en pleno apogeo,  y estuve en el Luna Park para despedir sus restos. La lluvia y el cielo gris parecieron llorar su pronta partida definitiva. Una multitud lo acompañó hasta la Chacarita y sus compañeros de profesión: Jorge Maciel, Alberto Podestá, Miguel Montero, Hugo del Carril y Horacio Deval portaron el féretro con sus restos, con  una música fúnebre de fondo, que ponía la piel de gallina.

Podemos recordarlo a través de estos videos.


 


 Y aquí cantando el tango de Mariano Mores y José María Contursi: En esta tarde gris

















                               

1 comentario:

  1. no lo tengo en el olimpo de los grandes exponentes vocales de hecho no califica como tal,pero si reconozco que sosa fue banca en un momento en que el tango era punto y yo mucha bola no le daba hasta que mis viejos me pidieron que los llevara a verlo unos carnavales y alli a unos metros de el mientras cantaba el tipo me compro.una cosa eran los discos y otra ver su emocion y tanbien su histrionismo en un escenario,a partir de alli le tome respeto y mas cuando en los bailes nuevaoleros los pibes lo escuchaban con suma atencion .lastima murio joven y fue un puntal del tango creo que fue el ultimo convocante de publico masivo en los clubes de barrio de principio de los 60 salute juan

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