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lunes, 29 de diciembre de 2014

Chau, Leopoldo

Sin darnos tiempo a asimilar la partida definitiva de Horacio Ferrer, la nueva mala noticia nos conmovió: Leopoldo federico se subió a la nube, como dicen en el argot tanguero y nos dejó sin el sonido impresionante de su fueye, a los 87 años de edad.

Leopoldo era la historia viva del tango del cuarenta porque en su carrera de bandoneonista fue militando en orquestas señeras como las de Juan Carlos Cobián,  Víctor D'Amario, Horacio Salgán, Carlos Di Sarli, Ástor Piazzolla, Osmar Maderna, Alfredo Gobbi, Mariano Mores, Florindo Sassone, Héctor Stamponi,  Miguel Caló, Carlos García, para formar luego su propia orquesta. La que condujo acompañando a Julio Sosa en el gran momento estelar del cantor uruguayo, y con diversas formaciones en las que fue mostrando su jerarquía de enorme instrumentista y conductor.

                                 


Al margen de la polenta explosiva con que manejó su fueye, su gran sensiblidad con el mismo, la personalidad y la calidad del sonido que supo extraerle, mostró otra virtud fundamental, el espíritu vanguardista que lo llevó a militar en las formaciones de Piazzolla, desde el memorable Octeto,  con quien tuvo grandes amores y desencuentros, que derivaron en peleas verbales. Finalmente Ástor supo reconocer sus raptos temperamentales y reconocer la gran valía de Leopoldo, para terminar siendo grandes amigos.

La última vez que pude verlo en vivo fue hace dos años, durante el Mundial de Tango, en el Centro de Exposiciones, como integrante invitado de la orquesta de Salgán, conducida por su hijo César. Como él volvieron esa tarde-noche, otros ex integrantes del conjunto mítico. Lo cierto es que daba pena verlo entrar agachado, doblado por su artrosis, y que le llevaran el bandoneón a su atril, pero cuando comenzó a teclear, ahí estaba su gran categoría, recibido por el público con una ovación estremecedora, ya que eran más de mil personas sentadas.

Tristezas de 2014. Horacio Ferrer y Leopoldo Federico  (Foto Carlos Furman)
                                 
 Ver-escuchar a esta leyenda tanguera que se nos acaba de ir, era algo maravilloso. Lo admiré seguido cuando acompañaba a Sosa y su digitación me parecía genial, especialmente cuando se dejaba ver en los temas instrumentales donde afloraba su talento innato. En los solos había que contener la respiración para poder apreciarlo en toda su magnitud. Y lo hacía con una solvencia y facilidad increíbles. Su sonido puro, magnético, nos imantaba. 

Su longeva carrera comenzó tempranamente, en el Cabaret Tabaris, enrolado en la orquesta Di Adamo-Flores. Tenía 17 años y estaba bajo la tutela de Osvaldo Requena y Félix Lipesker, que le enseñaron armonía, entre otras cosas, ya que Leopoldo, además de sus dotes de cadenero y enorme instrumentista, desarrolló paralelamente sus capacidad de arreglador, lo que le permitiría crear novedosas realizaciones de antiguas partituras.Como también lo haría con composiciones modernas. Carlos Marcucci, aquel enorme bandoneonista le transmitió también muchos de sus secretos.

Año 1947 - En la orquesta de Osmar Maderna. es el 3º de izq. a der.
                                 

Admirador de Troilo, de Piazzolla, de Di Sarli, de Salgán, creó también varias páginas de mucho calado, especialmente su tango Cabulero, un lujo. Y Sentimental y canyengue, Retrato de Julio Ahumada, Capricho otoñal, Preludio nochero, Siempre Buenos Aires, Bandola zurdo, Al galope, A Héctor María Artola, Diagonal gris o Al Polaco. Viajó con su fueye y su música, tres veces a Japón, donde se le guarda una especial admiración y varias a Europa y países de América.

Recibió el Premio Konex de Platino en 2005 como conjunto, y en 1985 y 1995 como instrumentista. El Gardel a la trayectoria en 1999. Declarado Ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 2002. Del Congreso de la Nación por su gran aporte a la Cultura, en 2004. Gardel a la trayectoria en 1999. Clarín espectáculos 2004. Gardel 2005 y Grammy latino en 2008 y 2009.

                                             


En este triste día y a modo despedida, lo podemos admirar en plenitud, hace apenas cuatro años, ejecutando al frente de su orquesta, en la Torquato Tasso, el tango de Matos Rodríguez: La cumparsita.





Y también lo despedimos con este Gallo ciego, de Agustín Bardi, al frente de su orquesta.

¡Chau, Leopoldo...!

                                         



2 comentarios:

  1. Con la partida de Leopoldo Federico, se va un grandísimo bandoneonista y mejor persona.FUE DIRECTOR DE LA ÜLTIMA GRAN ORQUESTA DE TANGOS CON UNA GRAN TRAYECTORIA.Tuve el enorme privilegio de verlo varias veces en el Torcquato Tasso,donde pude admirar otra gran faceta, propiedad de los grandes de verdad: su grandísima humildad. Cuando presentaba a los integrantes de su conjunto, lo hacía llamándolos "mis compañeros" .Adiós Leopoldo. descansa en paz.Gracias por todo lo que nos dejaste.Hasta siempre.

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    1. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Leopoldo fue un grande de verdad y un tipo sencillo (Ojo, lo fueron la mayoría de los grandes directores de tango que conocí). Estuve con él, charlamos de tango y me contaba su admiración por Di Sarli (con quien no pegó una, por el estilo), o de Troilo. Cuando iba a escuchar a Julio Sosa y él dirigía la orquesta, lo miraba con admiración a Julio. ¡Un groso!!!

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