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viernes, 13 de junio de 2014

Troilo y Di Sarli

Se admiraban mutuamente y Pichuco no dudó en decirlo públicamente en cada oportunidad que le preguntaron sobre la mejor orquesta: "Ponga Di Sarli y se acabó. Es la más grande, la mejor, la más maravillosa para bailar y para escuchar".

Troilo era amigo de Pugliese, de Gobbi, a los cuales quería mucho, habían sido compañeros y pensaba de ellos algo parecido, que eran directores de grandes orquestas. Pero Di Sarli le llegaba muy adentro e iba con Zita al Marabú para bailar, cuando el maestro de Bahía Blanca tenía su reducto en esta sala de la calle Maipú, donde Pichuco había debutado con su orquesta, en 1937.

                                      
Biagi, Calabrese, Jose M. Contursi, Vitale, Troilo, Bucino, Leguisamo, Zita y Adolfo Carabelli

Por su parte Di Sarli, que era muy reservado y no frecuentaba los círculos noctámbulos por los que desfilaba la bohemia de los años dorados del tango, tenía un gran cariño por Troilo y se iba a sentar a su mesa en los descansos de la orquesta. En cambio con D'Arienzo mantenían una antipatía mutua, aunque no lo hicieran público, para el comentario de la gente y la prensa.

Julio Jorge Nelson presenta a Rivero, Troilo, Di Sarli y Pepe Corriale, gran baterista.

Ángel Vázquez había sido el representante y hombre de confianza de Di Sarli y con el tiempo se convirtió en gerente de publicidad del Diario la Razón, en el que yo trabajé durante 12 años. Y mantenía una muy buena relación con él, incluso a veces íbamos a tomar un café en el boliche que estaba junto al periódico, o al Tortoni que quedaba a unos 60 metros.

También compartimos buenos momentos con su familia y sus hijos en un Balneario de Punta Mogotes, en Mar del Plata, adonde concurrían muchos futbolistas, periodistas y entrenadores, y al cual yo había ayudado mucho a crecer porque mandaba notas desde allí mismo mencionando a ese hermoso lugar. Precisamente allí inventaría un espacio que haría suceso en el Diario: Lo bauticé: "Dialoguitos en la arena" y ya en Buenos Aires lo retitulé: "Dialoguitos en el asfalto". La familia de Vázquez y él mismo, eran todos hinchas de River y les gustaba que les explicase cosas vinculadas al club de Núñez y a sus futbolistas.

                                           


Y Vázquez me contó que esa manifiesta antipatía de Di Sarli  con "El Rey del compás", nació en Radio El Mundo donde ambas orquestas eran gran atractivo de la emisora. Resultó que una mañana Di Sarli estaba ensayando con su conjunto en una sala de la misma y D'Arienzo al pasar comentó con unos músicos suyos que "Esa orquesta, con esta clase de sonido no va a llegar nunca a nada". Se lo contaron al aludido y jamás le perdonó tales palabras.

En cambio, "con Pichuco era algo fraterno, mutuo. Se admiraban y se tenían un gran cariño y respeto profesional" me explicaba. Además Troilo manifestó públicamente su adoración por el sonido de la orquesta de Di Sarli y esas cosas distintas que hacía con sus manos en el piano. "Una especie de campanitas melodiosas que te iluminan. Te dan ganas de bailar", decía el Gordo.

Pichuco bailando con Zita

En realidad, Pichuco fue amigo de todo el mundo. No tenía celos ni envidias. Incluso con D'Arienzo mantuvieron una estrecha amistad, y reconocía que había sido la orquesta que con su empuje levantó el tango en momentos en que  el género estaba alejado del gusto del público. Y no vaciló en ir a reforzar su línea de bandoneones cuando éste lo llamó para unas grabaciones.

D'Arienzo, Troilo y Razzano en un festejo en la Radio

Antonio Carrizo, con quien trabajé en Radio El Mundo,  me contó que intentó con mucha diplomacia mediar entre D'Arienzo y Di Sarli, pero fue el mismo Troilo quien le dijo. "Dejalo así", para evitarle problemas.  Y con esas dos palabras, el "Lunguito", como le llamaba Pichuco al gran locutor, prefirió quedarse quieto.

Troilo se había quedado prendado de la versión que había conseguido Di Sarli con el maravilloso tango de Eduardo Arolas: La trilla. Durante años tuvo la tentación de incorporarlo a su repertorio, pero lo frenaba aquella intepretación milonguera del hombre de Bahía Blanca en el cuarenta. Finalmente, le pidió a Raúl Garello en 1969 que le hiciera un arreglo y así lo grabó el 12 de agosto de 1969.

Dos versiones distintas, pero geniales ambas. Di Sarli lo grabó el 15 de febrero de 1940.

Atenti:

La trilla - Carlos Di Sarli

187- La trilla- Aníbal Troilo

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