Translate

miércoles, 29 de enero de 2014

Naranjo en flor

Perfume de naranjo en flor,
promesas vanas de un amor
que se escaparon en el viento...
Después... ¿qué importa el después?
Toda mi vida es el ayer
que me detiene en el pasado,
eterna y vieja juventud
que me ha dejado acobardado
como un pájaro sin luz.

Que Homero Expósito ha sido uno de los poetas más grandes que ha incursionado en el tango -como pudo haberlo hecho en otros campos-, no lo duda nadie. Además impuso una línea nueva, distinta, que lo emparienta con grandes poetas de todas partes. El rumano-francés Emile Cioran, a quien conoció en París,  lo distinguió precisamente por la primera estrofa que escribió de Naranjo en flor."Primero hay que saber sufrir /después amar/ después partir / y al fin andar sin pensamiento...".

Su hermano Virgilio, que hizo la música de tantos temas de Homero,  cuando recibió esa supuesta primera parte, fue terminante: "¿Qué primera parte? Si acá ya dijiste todo. Hacele una primera y primera bis cortitas que ya tenés todo el poema. Yo le voy metiendo música".

                                                     


Y esa maravilla que han cantado en idiomas diversos y está de moda permanente en la voz de distintos intérpretes, termina iniciándose de un modo inesperado, maravilloso:

Era más blanda que el agua,
que el agua blanda,
era más fresca que el río,
naranjo en flor....

 Recién en el final se atisba el recuerdo del amor juvenil frustrado que luego reviviría en otros versos y que lo persiguió tenazmente, por el final amargo de aquella herida juvenil que jamás cicatrizó.

¿Qué le habrán hecho mis manos?
¿Qué le habrán hecho
para dejarme en el pecho
tanto dolor?...

                                                      

A veces, egoístamente,  pienso lo que pudimos perdernos los amantes del tango si el Catunga Contursi se hubiese casado con Grisel y no habría podido escribir todos esos versos que laten en páginas maravillosas, por el dolor de la separación angustiosa. Y otro tanto nos pasa con Homero Expósito que aireó en hermosos versos su herida pasional.

Recuerdo un Festival de tango donde diserté sobre la poesía en el tango. Y hay uno de Homero Expósito que siempre me connmovió desde las primeras veces que lo escuché: Yuyo verde. Lo recité y vi entre los presentes, lagrimar a varios de ellos. Ocurre que generalmente se escucha ligeramente la letra con la música, se memoriza y a muchos les ocurre como a los malos cantantes que los dicen mecánicamente. Y entonces no se alcanza a comprender en su totalidad. Recitado es otra cosa.

                                     


En ese tema: Homero empieza recordando aquellos días del amor feliz en sus calles de Zárate:

Callejón, callejón
lejano, lejano...
Íbamos perdidos de la mano
bajo un cielo de verano
soñando en vano...

Y ese final del alejamiento inevitable:

¿Dónde estás, dónde estás,
adónde te has ido?...
¿Dónde están las plumas de mi nido,
la emoción de haber vivido
y aquel cariño...?
Un farol, un portón
-igual que en un tango-
y este llanto mío entre tus manos
y ese cielo de verano
que partió...

Ese fracaso amoroso nunca lo pudo superar el poeta y numerosos tangos y valses suyos son testigos de ello. Como en el vals Tu casa ya no está: "Tú que podías traerme el ayer, te has marchado con tu aroma de flor".

                                            


O en el bellísimo Trenzas: "¿Adónde fue tu amor de flor silvestre? / ¿Adónde, adónde fue después de amarte?/ Tal vez mi corazón tenía que perderte / y así mi soledad se agranda por buscarte. / ¡Y estoy llorando así, / cansado de llorar, / trenzado a tu vivir / en trenzas de ansiedad...sin ti! / ¡Por qué tendré que amar / y al fin partir!"

O en Todo, un tangazo: "Y así el amor, / flor de algodón, / vino a cantar / para los dos / y todo fue dar en un día / todo, todo el corazón...".

En Sexto piso, que lleva música del pianista Roberto Nievas Blanco, termina: "Ventanal, y esta pena que envenena / ya cansado de vivir y de esperar."

O en Polos, otro de los tangos que hizo con su hermano Virgilio: "Se nota a la distancia tu risa y mi tristeza, / tu anhelo de distancia, mi amor por el bulín"

La lista es muy larga y me encantaría repasar toda la literatura tanguera de Expósito, pero para eso están las discotecas y los libros. Con su compinche Chupita Stamponi crearon ese Quedémonos aquí que fue otro aldabonazo en el vademécum tanguero. ¡Amor, la vida se nos va, /quedémonos aquí, ya es hora de llegar! / ¡Amor, quedémonos aquí! / ¿Por qué sin compasión rodar?"

                                           


Y vuelvo a esa maravilla del título. Cuando lo tuvieron terminado, Homero y Virgilio (¡Vaya nombres que les puso su ilustrado padre!), pensaron en quién debía estrenar Naranjo en flor. Y coincidieron en que Floreal Ruiz y Aníbal Troilo constituían la dupla ideal. Se lo llevaron y estuvieron ensayándolo durante casi un  mes, hasta que lo estrenaron y grabaron el 23 de noviembre de  1944. Incluso a veces lo canturreaba el propio Troilo acompañándose en el bandoneón. Era un tema bastante difícil para la época y distinto al repertorio de entonces.

En 1974, el Polaco Goyeneche lo grabó con la orquesta de Atilio Stampone y volvió a ponerlo de moda, en una interpretación genial. Es el mismo tema que les traigo acá para cerrar el recordatorio de este poeta que le dió otra estatura al tango. Y mientras lo escucho, pienso: ¿Qué habrá sido de aquella inolvidable novia de su juventud?

09- Naranjo en flor - R.Goyeneche - A. Stampone






No hay comentarios:

Publicar un comentario