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martes, 3 de diciembre de 2013

Sebastián Piana

Lo increíble de este tanguero hecho y derecho es que llegó casi sin darse cuenta a este género que florecía en su barrio de Boedo, para terminar siendo el creador de infinidad de clásicos que perduran a través de los años con la misma frescura de su nacimiento.

Bastaría citar un manojo de ellos: Silbando, Viejo ciego, Milonga sentimental, Milonga del 900, De barro, El pescante (que para Manzi, autor de la letra, fue su mejor tango), Sobre el pucho (Su primer tema con el padre de Cátulo: José González Castillo, a los 19 años), Milonga triste, Tinta roja, No aflojés, Una aventura más, Juan Tango, Misa rea, Milonga de Puente Alsina, Milonga de los Fortines, Juan Manuel.

                                              

La lista de milongas que creó con Homero Manzi, no dejan lugar a dudas sobre el papel fundamental que este maestro de gran formación,  tuvo en la inclusión de las milongas dentro del repertorio de las orquestas típicas, dado que hasta entonces, la milonga tenía bastante auge sólo como pieza cantable, acompañando a décimas generalmente gauchescas o pampeanas.

Prueba de ello es que las dos primeras que compuso con Manzi, a pedido de éste (Milonga sentimental y Milonga del 900), recién fueron incorporadas a conjuntos de tango, cuando Pedro Maffia las estrenó en el Teatro San Martín y alcanza por fin las pistas milongueras, como un plato fuerte para los bailarines.
                                                   


Precisamente Maffia era novio de María,  la hermana menor de Sebastián, actriz y cancionista, y se casaría con ella, por lo cual ese grupo impresionante de creadores, estaba permanentemente unido por el tango y la amistad: Piana, Manzi, Cátulo y Maffia, un cuarteto de lujo que marcaría rumbos definitivos para la música popular.

                                                                 
Cátulo, Manzi, Piana y Maffia. Cuatro amigos.
A Piana le gustó como glosaba en radio Manzi los diversos temas, previo a la orquesta de turno, algo muy común en aquellos años y que tenía muchos cultores y especialistas. Así, al escucharlo una noche glosando un tema que tocaría la orquesta de Feliciano Brunelli a continuación, le gustó ese estilo de Homero haciéndolo con onomatopeyas. Y lo instó a éste a que compusiera algo en esa gradación. Y así nació la milonga candombe Pena mulata y a continuación Papá Baltasar.

                                               

                               
Pero además haría ese milagro de Caserón de tejas que es un himno a la nostalgia barrial, con Cátulo y Tinta roja, otra hermosura del estilo. Con Manzi dibujaron en 1933 ese valsecito que pinta aquellos lugares de encuentro de las barras, junto al buzón: Esquinas porteñas. ("Te lloran las lunas de invierno / en las acuarelas de mi evocación") que emociona al escucharlo.

Estuvo conmigo en un programa de radio y me confesaba que él se había preparado con grandes maestros y no pensaba en el tango. Su padre era un inmigrante piamontés, peluquero, que dedicaba a la música sus ratos libres e incluso formó algunos conjuntos que tocaban en cafés o fiestas familiares.
Sebastián, que se llamaba como su padre, heredó esa pasión familiar pero nunca pensó en dedicarse al tango, aunque la cosa se fue dando y le permitió recibir muchas satisfacciones. Eso sí, defendía con pasión que el tango era un género popular y no había que distorsionarlo. Fue directivo de SADAIC y Presidente de la Academia del Lunfardo.

                                 
Ciriaco Ortiz, Piana, Maffia, Marcucci y Laurenz, los 5 Ases Pebeco

- Yo estudié con los maestros Antonio D'Agostino, con quien me recibí de profesor superior de piano, teoría y solfeo. Luego armonía con el Padre Martín Cassaniga. Contrapunto con Juan Giaccobe y clases de piano con Ernesto Drangosch.  Con esa formación fui profesor en el Conservatorio  Musical Manuel de falla y maestro de canto coral  y música en las escuelas. Y con Pedro (Maffia) tuvimos nuestro propio Conservatorio.

                                       

Con este bagaje pasó afortunadamente por el tango, tuvo su propia orquesta, integró el quinteto Los 5 ases Pebeco, una Selección, junto a Ciriaco Ortiz, Maffia, Marcucci y Laurenz; acompañó a varias cancionistas y dejó el reguero de temas que florecen en la pista o en la vitrola. Hoy lo recuerdo a este gran maestro, con su orquesta y la voz de Jorge Demare en el tango de Maffia y Cátulo Castillo: Se muere de amor, grabado en 1944. Y la milonga dedicada a ese payador, que era un muchacho zapatero del mismo barrio de Boedo: Betinotti,  firmada por la maravillosa dupla: Piana-Manzi. Con la Orquesta típica Candombe de Piana. la canta Alberto Rivera. Grabado en 1940.

Se muere de amor- Sebastián Piana-Jorge Demare.

Sebastián Piana-Alberto Rivera: Betinotti










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