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jueves, 17 de enero de 2013

Mingo Sciaraffia


En el tango militaron poetas, cantores y músicos que también calzaron los guantes de boxeo, y algunos destacaron en ese duro deporte: Cátulo Castillo, Celedonio Flores, Héctor Mauré o nuestro personaje de hoy Domingo Eduardo Sciaraffia.

Félix Daniel Frascara
 Cuando yo era chico y me llevaban a la peluquería, me deleitaba leyendo las crónicas de Borocotó (Ricardo Lorenzo) y Félix Frascara,  en la revista El Gráfico, que era como una Biblia del deporte.  Evidentemente, influyeron en mi destino de periodista deportivo, tarea que desempeñé muchos años y las circunstancias de la vida me llevaron a producir un programa de TV con Borocotó y mantener  amistad con el hijo de Frascarita, como se le conoció en el ambiente. Y terminé escribiendo en El Gráfico y llegué a España como corresponsal de dicha revista, y de otros medios.

Les propongo leer la semblanza de Frascara sobre un boxeador para entender cómo se puede hacer literatura sobre un deporte tan duro como el boxeo:
                                               
                                                       DOMINGO SCIARAFFIA

    Será para siempre una postal, la memoria, un testimonio. El brazo derecho cubriendo su mentón y hasta la oreja; el izquierdo cruzando todo el pecho y la tentación hepática. Un caracol enguantado, mil cerrojos, ni a palos abrirá su fortaleza. El Rey del Bloqueo se hizo banca en la esquina de Humberto Primo y Piedras. Millones de trenzadas juveniles edificaron la notoriedad de Mingo Sciaraffia. El personaje creció como paralela: su andar de compadrito y su brevísima voz de flautín, su habilidad para rimar milonguitas, su aire en dos por cuatro y su nariz hundida y orgullosa. Compitió con Mocoroa en el arte de no dejarse pegar y acaso olvidó pegar de vez en cuando. Es el padre adoptivo de un enigma mendocino, intocable también, y misterioso.
  Rival de Castroviejo y de Víctor Peralta, del indio Lencinas y de Gulle, de Víctor Castillo y de Escudé, los nombres y apellidos que enmarcaron el oropel de Justo Suárez. Sicaraffia les ganó a todos por cansancio, porque fue superado o superior, pero atravesó las épocas y los gustos, las alzas, las bajas, las tragedias. Con varios enterrados (la expectativa vital era más corta) o sufrientes, siguió con su sistema y su insistencia. Diez rounds, una canción, diez mil amigos. Palabras como pito en el piropo, voceando su clavel en la esquina. Sciaraffia boxeador peso liviano, florista, cantautor, un viejo laberinto con pocos seguidores. El lujo de parar todas las piñas, espìar desde la hamaca y volver a ubicarse en la línea de peligro. Con menos pólvora que luces, más creatividad que contundencia. Así llegó el cantor hasta la meta y allá por el 43 está vigente. Tiene 36 años, la misma presencia de milonga, una guitarra a mano y la nariz casi imperceptible.
  Entre peleas oficiales y cuadreras pasó de largo las 300, y dicen que en Sadaic mejorará ese record, con chamamés, guaranias y tanguitos. Ofrece los claveles todavía, camina compadreando el ring del Luna -la zurda de Beulchi no lo asusta- y casi se divierte como un chico. El eco del flautín no lo delata.

Profesional: Campeón argentino Pluma, 1933

Sciaraffia es el 3º por izquierda en un homenaje a D'Arienzo y sus cantores en Radio El Mundo
Y después de este texto imperdible les quería contar que fui amigo de Mingo Sciaraffia, cuando ya retirado, se entreveraba con tangueros de estirpe. Tendría yo mis 20 años y lo encontraba en el bar frente a Radio El Mundo donde esperaba a Gobbi y estaban el poeta Julio Camilloni, Miguel Bucino, Hugo Díaz, Roberto Arrieta y otra gente del ambiente. Y  Mingo, con esa voz de flautín siempre me decía: "¡Qué pinta que tenés, pibe..! Tenés que laburar de presentador". Y tanto insistió que me enganchó en tal menester con la orquesta de Feliciano Brunelli para una gira por varios pueblos. Arreglé todo pero al final no obtuve permiso en el trabajo y debí desistir.

Aunque, años más tarde, trabajaría en programas de Televisión y radio, pero no era por la pinta sino porque había seguido la estela de los maestros de aquella época maravillosa en la que tanto aprendí. Incluso viajé por Europa y Estados Unidos comentando las trenzadas de boxeadores como Monzón, Loche o Bonavena.

Mingo Sciaraffia registró unos 200 temas en SADAIC. Hoy lo recuerdo en dos  de ellos. La milonga: Pa' que te voy a contar, con letra y música suya, que grabó Alfredo de Angelis con la voz de Julio Martel el 16 de abril de 1948, y el tango Pasajera. Carmelo Volpe escribió los versos, Sciaraffia les puso música y lo registró Juan D'Arienzo cantando  Jorge Valdez, el 29 de octubre de 1959.

088 - Pa' que te voy a contar

Pasajera




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