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lunes, 1 de octubre de 2012

Los instrumentales de Tanturi

Es curioso observar la discografía de Ricardo Tanturi, un director que supo calibrar el acento milonguero de su orquesta y resultar altamente llamativo para disfrutar en las pistas de baile. A tal punto que, a tantos años de sus registros, los mismos suelen ser infaltables en las tandas de cualquier milonga del mundo.

Nunca se distinguió por sus atrevimientos musicales y de hecho privilegió en su carrera sus estudios de Medicina, materia en la cual se diplomó, aunque apenas la ejerció, porque su brújula lo empujó hacia el lado de la música, recibiéndose también en piano, bajo la tutela de su hermano Antonio. .

Y tampoco se luciría como ejecutante porque en sus conjuntos hubo muy buenos músicos, pero especialmente su vecino del barrio de Barracas, un gran pianista que le dió ese tono vibrante y bien milonga a la orquesta. Armando Posadas, a cargo del dientudo, fue pilar de la misma, mientras que Tanturi agarraba la batuta como Canaro, D'Arienzo o Fresedo.

Admirador del equipo de polo Los indios, anexó este nombre al conjunto: Ricardo Tanturi y su orquesta Los indios,  y se presentaba con el tango de dicho nombre, de Francisco Canaro, aunque jamás lo grabó.

Debutó en el disco en 1937. De un lado tenía Tierrita, instrumental de Agustín Bardi y del otro: A la luz del candil, un tango tremebundo de Geroni Flores y Julio Navarrine, que cantaba Carlos Ortega.

En una época vivió en la Avenida Caseros, muy cerca de mi casa de pibe, y su sonrisa gardeliana y abierta le granjeó la simpatía de todo el barrio. Por algo se lo denominó: El caballero del Tango.

La orquesta de Tanturi. El director, primero por la derecha, a su lado, Castilo
Es cierto que su gran época arrancó en 1939, cuando se incorpora como cantor otro médico: Alberto Castillo (Alberto Salvador De Lucca), que con su estilo arrabalero, agresivo, pero muy entrador, rompió con todos los cánones establecidos en la canción porteña y se convirtió en un ídolo total. Sus 37 temas grabados con Tanturi nos muestran a un gran tiempista, que dejó versiones geniales que el óxido del tiempo no ha logrado desdibujar. Todo lo contrario, en las pistas de baile se cotizan muy alto. E incluso calentándonos el alma de nostalgia al escucharlas.

Su sucesor, Enrique Campos en un estilo distinto, cordial, cercano, pero llegador, también se ganó el reconocimiento popular y nos dejó 51 registros como solista y 2 a dúo con Roberto Videla. Esta etapa siguió permeando en el arrastre de Tanturi y le permitió mantenerse en las marquesinas con éxito.

Curiosamente, nunca le dió preeminencia a los temas instrumentales pese a esa polenta que tenía el conjunto y entre 1937 y 1966 que marcan su etapa en el tango, apenas grabó 24 páginas sin letra.

Vamos a escucharlo en dos de esos temas, sin poder impedir que se nos escapen los remos con la música, tratando de seguirlo. Se trata de Una noche de garufa de Eduardo Arolas y Comparsa criolla, del Rata Iriarte, aunque en realidad se trate de Comme il faut, también de Arolas, registrado por Iriarte con otro nombre.

Una noche de garufa

Comparsa criolla

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